Marisa tiene un pequeño local de estética en el barrio, donde van desde hace años las clientas de toda la vida a sus cosas: uñas, depilación, compra de productos… lleva mucho tiempo trabajando en su negocio y con sus más y sus menos ha ido saliendo adelante e incluso prosperando. Sin embargo Marisa lleva un tiempo muy preocupada por la crisis: tiene miedo al invierno que «va a ser el peor de siempre«.
Marisa tiene una hipoteca por su casa y un préstamo para el negocio cuyas cuotas paga religiosamente todos los meses. Ella siempre ha facturado con IVA, está al tanto de todos los impuestos y licencias, pese a que se han ido sumando y multiplicando en estos años tan malos, y no acepta una propina ni para un café («el café te lo tomas tú que para algo es tu dinero«). Pero este verano por primera vez no tiene preocupación sino miedo, miedo al invierno que le traiga el no poder pagar sus cuotas y sus impuestos.
Cuando su clienta le dice que Rajoy no está haciendo las cosas bien, Marisa niega con la cabeza «¿tú has visto lo delgado que está? Es un hombre muy sensible y yo te digo que lo está pasando mal, realmente mal, con todo esto. Seguro que hace todo lo que puede por sacarnos de esta«. Marisa no repara en que los ajustes del Gobierno no llegan a atajar el déficit sino sólo a desacelerarlo, ni en que dos tercios de los «recortes» son aumentos de tasas y de ingresos esperados -que no reales- «¿no ves que a todo eso le obligan desde Europa? No tiene alternativa«.
Marisa tuvo que prescindir de su ayudante ya hace un par de años cuando empezó a golpear la crisis con toda su fuerza. Poco a poco ha ido alargando los horarios y ya lleva unos meses abriendo también los sábados por la tarde. Este año no coge vacaciones, más que los cuatro días alrededor del 15 de agosto «porque ya no puedo más«. Pero el miedo al invierno puede más que el agotamiento.
A Marisa le piden que haga «otro esfuerzo de todos» para subir el IVA pero ella le confiesa a su clienta «no me atrevo a subíroslo, no quiero ni pensar lo que pueda pasar si os subo el precio aunque sea un poco«. Otro coste que asumirá ella, otro diezmo que se suma a los anteriores para lastrar un poco más su negocio y su vida. El invierno.
Después de ocho años Marisa ya tenía a Zapatero «calado, siempre negando la crisis hasta que nos cayó encima» pero todavía tiene esperanza en el Gobierno actual, aunque asume que la crisis va «para años«. Mientras da dos vueltas a la llave del local después de otra jornada sin horario, se despide de su clienta y murmura para sí «qué delgado está este hombre, lo está pasando mal«.
diezmar.
(De dezmar, por infl. de diezmo).
1. tr. Sacar de diez uno.
2. tr. Pagar el diezmo a la Iglesia.
3. tr. Castigar a uno de cada diez cuando son muchos los delincuentes, o cuando son desconocidos entre muchos.
4. tr. Dicho de una enfermedad, de una guerra, del hambre o de cualquier otra calamidad: Causar gran mortandad en un país, también entre animales.